El discurso de la tragedia

Durante años he visto y sentido el discurso de las mujeres que por las circunstancias más adversas se han quedado estáticas. Pero miento. Qué no hayan hecho lo que ahora yo con ciertos paradigmas -y prejuicios, porque no decirlo- considero "importante" no quiere decir que no se hayan movido o no hayan hecho algo trascendente, o, lo que es peor -peor para mí que no lo reconozco- valiente.

Quisiera decir que desde mi condición he superado todo eso. Que pienso diferente y que estoy dispuesta a ganarle al inconsciente y al autosabotaje. Que no tengo miedo.

Pero eso no es tan cierto.

Cierro los ojos y recuerdo las decisiones tomadas, las seguridades que por no correr he obtenido. Cierro los ojos y escucho a manera de ecos griegos las narraciones de esos actos heroicos y trágicos. Y veo rostros de conmiseración y deseos frustrados. Y me enerva. Y cierro los puños.

Aprendí a narrar(me) bajo una épica de la angustia, pienso. Y cada paso hacia los deseos deviene hacia el encuentro de un riesgo insondable que, sobra decirlo, aterra (me aterra).

Y entonces pienso cosas como ¿Cómo se lucha contra lo que se es? en lugar de decir: ¿Por qué no aceptar que la vida no es una hoja en blanco y si queremos (quiero) cambiar algo parto de experiencias que ya hemos (he) tenido?

¿Cómo se lucha contra lo que se es? no. La cuestión no es ir en contra mía, sino aceptar que la manera de vivir que aprendí no es suficiente o no me basta. Necesito otras cosas. Por que ya las conozco o porque las intuyo o porque las he visto en los otros. Necesito otras cosas.


Me duele y me da miedo dejar ese discurso porque es el que conozco. Es donde me siento segura. Es donde ya no puedo caer, por más lastímero que sea.

Pero ya no me reconozco tampoco en esa tragedia. No puedo decir que no sucedió. Pero sí puedo decir que esa no es mi vida...