... en el sueño tú y yo nos abrazábamos. Mi barbilla tocaba tu hombro y yo abría poco a poco los ojos. El punto de vista pasaba entonces al narrador: se podia ver ya que estábamos girando un poco sobre el eje que formábamos juntos, y que estábamos en el pasillo de la casa de mis abuelos, largo y oscuro, junto al retrato de mi bisabuela -aunque podia ser también el autoretrato que apenas imprimí para la clase de fotografía- ausente. Tú decías con esa voz de niño: "me importas mucho" y yo te decía entonces: "tú también me importas". El narrador sabe que había un gran silencio en toda la escena, pero nosotros oíamos música, como cuando éramos niños. Y yo quería decir más cosas, pero entonces desperté.
20 mayo, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
De la tierra que vuelve

Cedros de Líbano
1 andantes dijeron:
Le va a llegar tu voz. También a otros nos llega.
Publicar un comentario