[Aquí hay un profundo silencio]
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En el camión de regreso -estrella roja, terminal oriente- pusieron la película de El imaginario mundo del Dr. Parnassus. La primera vez que la vi no me gustó. En realidad recuerdo solamente que me conmovió mucho la frase que dice el Dr. Parnassus cuando era un monje, mientras platica con el diablo: "El mundo no se ha acabado porque alguien, en otro lugar, está contando una historia". Me quedé pensando de nuevo en esa frase. No había mucha escapatoria. Me llevé un libro de Javier Marías que compré en la Facultad, poco después de saber que la coordinadora de mi carrera estaba enferma y no había podido firmar las hojas del voto aprobatorio para que por fin se iniciara mi revisión de estudios. Me molesté con la vida y ¿qué hice? compré un libro [aplausos]
En fin, me llevé un libro de Javier Marías pero sencillamente no puedo leer en el camión. Me mareo. Me canso. Llego con jaqueca. En fin -sí, otra vez en fin - que no había escapatoria y pensé otra vez, en las palabras, en el bien o mal llamado "poder" de la imaginación, en la manera de asir al mundo con las herramientas que contamos y que, sencillamente, se pueden "traducir" en otra gran palabra: lenguaje.
[Y con él, la creación de mundos, y con la creación de esos mundos, la manera incomprensible y necesaria de habitarlos...]
[Y con él, la creación de mundos, y con la creación de esos mundos, la manera incomprensible y necesaria de habitarlos...]
También pensé en algo que nos dijo Pedrosa en algún seminario, hace tiempo: "la palabra es un don y como don, también es 'objeto' de intercambio" Cuantas veces no pensé eso dentro de mí, en diferentes circunstancias. Cuántas veces, mientras oía narradores en comunidades lejanas en este ajetreo de coches y ruido, me decía: será tu turno, tú también tienes que dar palabras, regalar historias para que ellos te confíen las suyas. Y en efecto, así era. Yo tenía que contar anécdotas, tenía que decir de dónde era, tenía que demostrar pertenencia de alguna forma. Gracias a las circunstancias pude hacerlo, porque Ricardo me acompañaba y conocía bien el lugar, porque mi lugar de nacimiento no era ajeno, tampoco, a las comunidades que visitaba.
Y ahora, que ciertamente tengo un poco más consciencia de mí y de algunas circunstancias -sin especificar, que se nos van las hojas virtuales- pienso en las palabras que he dado a los otros. Los otros, que no son todos, sino algunos. Los otros que saben -o no- de su existencia en mi memoria, de mis palabras escritas en algún lugar del tiempo. De mis palabras que fueron enviadas y recibidas, y se intercambiaron, también, por profundos silencios...
Me pregunté, verdaderamente, cuándo consideramos que se está iniciando una relación afectiva (de cualquier índole, si es que las hay) y me contesté que muchas veces yo las iniciaba con trozos de intimidad, y esa intimidad se traducía en palabras, en puntos de vista sobre el mundo, en complicidad, no sé, en historias significativas. Y entonces pensé que sí, que con mis amigos intercambio palabras, secretos que se traducen en palabras. Yo doy palabras y ellos dan palabras, y entonces [violines, aquí, por favor] el mundo continúa moviéndose, no se acaba.
Cuando veo a un amigo que no veía hace muchísimo tiempo -como a Norma- lo primero que hacemos es "actualizarnos", es decir, nos contamos cosas. Hablamos de como va su vida y mi vida, y después recordamos anécdotas de cuando estuvimos juntos (as). Y seguimos reinventando los recuerdos...qué mejor si hay otros cómplices que lo hacen con nosotros y así formamos poco a poco una memoria colectiva.
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A la terminal me acompañó un tío que iba a viajar en otro autobús con dirección al aeropuerto. Cuando faltaban pocos minutos para que abordara mi camión le pregunté porqué se había ido a vivir, hace muchos años, a Chiapas. El me contestó: "A ti no te puedo mentir. No te voy a dar la versión oficial..." y entonces me contó.
Yo le agradecí la historia. También, antes ya, le había dicho palabras de mí que él tal vez imaginaba, pero no sabía. Y me despedí con un beso y un abrazo. Y le dije que lo quería mucho, y que esperaba verlo pronto...
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Me entristecen los silencios. No todos, algunos. Porque hay silencios necesarios. También hay silencios que soy egoístas y que también yo he proferido o continuado. Hay silencios que tienen que ser silencios, no sé si por el bien mío o de los demás, o por ningún bien o ningún mal, simplemente porque esa es la naturaleza de las cosas: hay silencios que deben suceder. Pero hoy más que nunca me entristecen. Me entristecen porque pienso en la muerte. Ese silencio inaudito, que a mis años no termino de comprender. Me entristecen los silencios que permiten que yo también muera un poco. Los silencios que no son causa, sino consecuencia. Los silencios de bocas y manos que no se dan cuenta de que están matando un mundo y que todo cuanto conocen de él se acabará. Se acabará porque de este lado del papel no se puede seguir si no hay historias. Si no hay intención de historias. Si no hay palabras de vuelta. Y sin ellas el mundo -nuestro mundo- simplemente deja de existir...
De lo que oigo ahora:
(Imagen de: Óscar T. Pérez)
4 andantes dijeron:
"Me molesté con la vida y ¿qué hice? compré un libro [aplausos]"
"Y entonces pensé que sí, que con mis amigos intercambio palabras, secretos que se traducen en palabras. Yo doy palabras y ellos dan palabras, y entonces [violines, aquí, por favor] el mundo continúa moviéndose, no se acaba."
"Los silencios de bocas y manos que no se dan cuenta de que están matando un mundo y que todo cuanto conocen de él se acabará. Se acabará porque de este lado del papel no se puede seguir si no hay historias. Si no hay intención de historias. Si no hay palabras de vuelta. Y sin ellas el mundo -nuestro mundo- simplemente deja de existir..."
Ay Samia, un abrazo,y desgraciadamente algunos silencios.
Dos cosas:
1-Me gusta este nuevo tono que no se tira al drama y que encuentra salida con cierto sentido del humor. Me gusta.
2-Mis oraciones para tu abue.
Ojalá no borres el post.
Jonás.
Hola, S.
Te extraño mucho. Es decir, hasta a mí me suena raro: te he visto dos veces pero ya te extraño. No he podido ir para nada, pero juro que en mi agenda el primer pendiente es ir y vernos, si lo quieres. Para compartir historias de ida y vuelta, para compartir silencios, para que la vida siga.
Abrazos
Deb: muchos abrazos, algunos silencios también. Y una promesa para vernos pronto. Te quiero.
Jonás: gracias...[Aquí va otro profundo silencio]
Quiquey: No sabes la alegría que me da recibir tus palabras.Yo también te extraño, [je, y que suene raro, de por sí rara es la vida]Tú sólo avísame y armamos un plan. Aquí tienes tu casa, será un gusto enorme para mí verte y oírte de nuevo. Gracias por las palabras de ida y vuelta =)
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