25 enero, 2010



Llegué un poco retrasada al aeropuerto, pero eso no interfirió en demasía en el rumbo de las cosas. No recuerdo con exactitud, tal vez se debió a que estaba trabajando. Lo más probable es que estuviera buscando mis lentes -hace años tenía dos juegos para esas complicaciones- o mis llaves tras la montaña de utensilios que entre semana se apoderan de mi cama. El día anterior había hecho las transacciones necesarias para no ir con prisa. De un tiempo para acá no la disfruto. Antes podría decir que necesitaba esa adrenalina. Ahora creo que uno podría aspirar por lo menos al control de ciertas cosas. Si no pasaba un elefante en medio de la avenida, tendría el tiempo suficiente para despedirme de él.

Escribí en una hoja de colores algo sobre el movimiento perpetuo de Monterroso. También palabras y juegos cómplices que tienen los hermanos. Quería sacarle una sonrisa mientras estuviera leyendo las letras en el avión, pero seguramente vería la carta cuando estuviera acomodado en su cuarto y en su nueva casa en Colombia.

Todos comían alguna cosa y el equipaje ya estaba registrado. Mi padre hablaba por teléfono a cada instante y uno de los amigos de mi hermano traía un gorro con el que se veía gracioso. Mi hermano estaba muy nervioso y movía la pierna. Yo empecé a hacer bromas y a encargarles colombianos y los chicos empezaron a hacer bromas también. En algún punto cambiamos de asientos y me quedé con mi hermano y empecé a hablarle. Recordé por alguna extraña circunstancia el diálogo que tienen Natalie Portman y Scarlet Johanson en "The other Boleyn girl" cuando la hermana mayor le dice algo como "Yo debería decirte que hacer, eso hacen las hermanas mayores". En realidad el diálogo estaba en ese momento fuera de contexto pero lo recordé y supuse que tenía que decirle unas palabras. (Me gustan los rituales porque significan cosas, porque la gente los sigue y los cree...)

Le dije, pues, lo que siempre he pensado: que es un muchacho muy noble y que merece todo lo bueno que le pasa. Y, sobre todo, le dije que salir de una circunstancia segura siempre causaba miedo. Que uno en su zona de confort puede quedarse por años y así no tiene riesgo de que le pase nada. Y lo trágico, advertí, es que verdaderamente no pase nada. El asintió y dijo que por eso estaba allí. También le dije que lo quería mucho. y que tenía una cara de cobayo pelón.

Lo abracé muy fuerte. Me dio su agua de toronja y dijo que era momento de abordar. Hubo lágrimas, sí, todos lo sabemos. Somos curis y era la primera vez que él se subía en un avión y se iba un tiempo considerable de la casa. Él que fue quien acompañaba a mis padres cada semana en cuento entró a la universidad y tuvo que salir lejos. De mi cuentan otra historia y hasta el momento está bien. Somos distintos. Nuestro carácter fue distinto desde el principio y nuestras decisiones también.


Una hermana mayor sí tiene un rol. Yo traté de evadirlo por algún tiempo pero es algo que, creo, me sobre pasa. No puedo eludir un hecho circunstancial pero que, después de todo, pesa tanto. Aun no puedo decirle qué es vivir en otro país porque no he rentado un cuarto ni he pasado estancias considerables fuera de México. Tampoco pude decirle lo que es dejar a una pareja para seguir con tu vida sin ella en otra parte del continente, o del mundo. Tal vez sí un poco lo que es dejar a gente que quieres e irte a vivir en otro lado, en un contexto ajeno y estando sólo. Pero eso todos lo intuímos y más bien es cosa de experimentarlo: uno aprende sólo si se atreve a dar el paso.

Cuando salimos del aeropuerto mi padre me preguntó de qué hablé con mi hermano. Cuando repetía las palabras asumí que sí, en realidad lo creo pero que no es suficiente con eso. He arriesgado en mi pasado, sí. A veces he sido valiente. Pero no es suficiente. No se puede vivir de las cosas que se hicieron bien en su momento porque hay miles y millones que ahora se están haciendo mal o que ni si quiera se toman en cuenta. Uno debe apostar por lo que quiere, diario. No debe quedarse en inmóvil haciéndose chaquetas mentales.

Mi hermano se lanzó al vacío, enfrentándose a sus propios miedos. Ni más grandes ni más pequeños que los míos. Pero miedos, al fin y al cabo. Mi hermano cruzó la puerta y no desistió para tener lo que quería. Empiezo a pensar que tal vez el logro no sea, precisamente, el resultado (Un viaje, una beca, un título), sino la fuerza con la que te empeñas y la constancia que pones para conseguirlo. Cuando dos personas suben un elevador al sexto piso no hacen el mismo esfuerzo por llegar si una es claustrofóbica y la otra no. A eso me refiero.

No puedo más que agradecerle a mi hermano que sea valiente. En algún punto lanzar la letra corresponde a lanzar la acción, y retribuírle algo como hermana mayor tal vez sea en este caso sí... seguir su ejemplo.


5 andantes dijeron:

Apple dijo...

yo tambien soy hermana mayor...

aveces ser hermana mayor, nos hace ser como las que tenemos la razon, tenemos mas experiencia, quizas madurez, no lo se...

Un hermanito... al parecer , aveces puede parecer el mayor...
son los que se atreven mas rapido, los que experimentan mas (bueno, en algunos casos)...
que padre que tu hermano... experimente...
pero qe debe hacer la hermana mayor?...yo creo que solo sonreir y apoyar...

ja! disculpa... me solte a hablar... pero ,,, me gusto tu anecdota, me identifique algo :/...

un abrazo!

Jonás dijo...

A mí también me gustan los rituales.

Por cierto, qué lata dan los UTENSILIOS.

Sybila dijo...

Apple: vaya! ya tenemos algunas cosas en común, entonces. Sí, a veces uno cree que por ser hermana mayor ya tiene la razón y la autoridad para blá y bla. Pero lo cierto es que esa "razón" y "autoridad" también se ganan... No somos más fuertes porque somos más grandes. Y sí, apoyar y sonreír, lo apoyo.

By the way, no no, al contrario, gracias por comentar y sus letras son siempre bienvenidas aquí!!!!

Sybila dijo...

Jonás: Vaya, que halago que de mis entradas se fije sólo en la ortografía.

Debo ser más cuidadosa,claro, faltaba más.

Pero no me explico porque sigue perdiendo su tiempo aquí.

Hay un montón de bloguero bueno. Siga explorando.

Jonás dijo...

¿Me corre, Sibila?

Usted es buena,

Cálida,

Cercana.

Yo no tengo hermanas. Tu texto me conmovió.

De la tierra que vuelve

De la tierra que vuelve
Cedros de Líbano
 

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