24 junio, 2011


Muchas noches, a lo largo de los años, pensé en la página que estoy escribiendo, que he borrado tantas veces y que se queda, de tiempo en tiempo, en blanco. A lo largo de los años también he cambiado a las personas y a las palabras a quienes les dedico el texto...aunque, ciertamente, algunas permanecen, no como si tuviera un sentimiento fijo o inamovible hacia ellos, pero si como si fueran puertos... como si esas personas fueran puertos, donde, contradiciendo a Sabina, si quiero volver. 

 A lo largo de estos meses he intentado recordar las palabras que tenía. Y me he dado cuenta de que ahora tengo otras palabras. Y eso no es bueno o malo. Simplemente me llega de repente la certeza, pero, más bien, la experiencia, de que todo cambia. Verdaderamente cambia. Y habría que ser muy testarudo como para vivir siempre en el mundo del Nunca Jamás

Siempre pensé que tendría tiempo. Que había algunas cosas que siempre estarían ahí para mí. Tuve tanta seguridad  de ciertos hechos... que me resulta ajeno y extraño que eso se desvanezca, poco a poco, ahora. 

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Al final, sigo agradeciendo a varias personas. Quisiera agradecer hoy con mis herramientas. El gran riesgo de que pase el tiempo, de que piense que después estaré más preparada, tendré más palabras, el momento será "mejor"...es que el momento pase. Que se me vayan los momentos sin, si quiera, haberlo intentado. 

Si a usted le suena que todo esto es un lugar común está bien. 

Durante mucho tiempo, también, me alejé de los lugares comunes porque me parecían cómodos. 

Hoy, creo que es lo que menos siento. No me siento cómoda con lo que estoy aprendiendo. Aunque todo el mundo lo haya aprendido ya y se les haga tan simple.

A lo mejor, en algún punto, me quedé viendo mi reflejo en el agua. A lo mejor por eso mi rostro no cambia, con los años, no cambia. 

A lo mejor me tocará alcanzarlos pronto, a lo mejor no. 

Por ahora me parece extraña la manera en la que se conducen los días. Y evado esta nostalgia de llegar despreocupada a poner ópera en la casa de mi abuela mientras ella y mis tías desayunaban en el comedor. 

Aspiraré los próximos días a compartir recuerdos con ellos y ellas. También aspiraré a no perderme los momentos que me tocan hoy...

Porque quién iba a decir que de adolescente, cuando todo lo nuevo me faltaba, había sido tan feliz con esas cosas simples. Quién iba a decir que había tenido todos esos momentos tan bellos. No están perdidos, no. 

Pero ahora ya no puedo, simplemente, agradecer...



3 andantes dijeron:

Sancho Panda dijo...

Lo bonito de los lugares comunes es que en ellos sueles encontrarte gente conocida. Saludos

Débora Hadaza dijo...

El comentario anterior es muy bueno...

Sabes tu post me parecen muchas puertas entreabiertas, algo se alcanza a ver de las habitaciones pero tienes que seguir por el pasillo y por más que te asomes no puedes ver todo y hay más pasillo, y así sigues hasta que se acaba y no puedes regresar a ninguna puerta y abrirla.

Intersante. ¿Qué opera querías oir?

Abrazo

Sybila dijo...

Nacho: Tienes razón, mucha. Gracias por tus letras por acá. Yo también te mando saludos =)

Deb: Hey, qué bonita descripción esa que hace usted de mi post. Y sí, no me había puesto a pensar, pero es como un pasillo donde hay muchas puertas entre abiertas... qué bonita descripción!

Un abrazote.

Ah, la ópera, era Turandot... aunque a veces también era Madama Butterfly o La Traviatta...

Un abrazo doble =)

De la tierra que vuelve

De la tierra que vuelve
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