17 marzo, 2010



Hoy quería odiar al mundo. Me desperté muy temprano pero un amodorramiento prematuro hizo que me quedara hasta muy tarde y faltara a mi clase de inglés. Odio faltar, ahora. Mi profesor es muy bueno -irónico, inteligente y pesado, pero bueno- y de un tiempo para acá soy más exigente conmigo misma: hay que comprometerse, muchachita, me digo. Y estoy haciendo la chamba. Aunque aun no al cien. Y eso me desespera y entonces paso 16 horas corrigiendo cosas que debí haber corregido antes y tratándome de poner al día. En fin, que si no me arreo yo, ¿Quién? (es pregunta retórica, mera pregunta retórica).

Y entonces, también, de un tiempo para acá soy como una ostra. Eso digo y no me creen, pero ¡lo estoy sientiendo! quiero pasar más tiempo conmigo leyendo cosas y pensando cosas y oyendo cosas. No es que no quiera platicar con nadie... es que tal vez no tengo nada que decir. (ash, no, no es cierto, la verdad es que me muero de ganas pero en vez de eso estoy escribiendo en una libretita toda cute que me regalo Janik el año pasado en mi cumpleaños... y sigo escribiendo).

El día, pues, lo empecé a las carreras, sin desayunar, buscando el libro que leí hoy a mis chamacos, las llaves, el morral sin el cual no me dejan entrar a la escuela -y que es de un naranja mexicano que para que les cuento- y un sin fin de tarugadas más. El saldo: cabello decente, botas café, blusa cuyo botón está apunto de morir, pañoleta o cosa colgante para disimular botón, chamarra verde y no delineador en los ojos ni pintura en los labios.

Llegué al Colegio. Salvo unos recibos, todo normal. Bueno, no, estuve solita y bajé a comer solita. (ña ña ña. chillo). Y nos dieron las cuatro y cuarto y entonces sí: a correr para la escuelita en avenida aztecas.

Yo quería odiar al mundo. Estuve pensando toda la tarde en que hay una gran incongruencia de parte mía al querer ser algo y no "seguir" los pasos para ese querer ser. No sé, a veces me digo que me imaginaba diferente a los veinticinco años -bueno, aun veinticuatro- y que me falta un sin número de cosas por experimentar y... y entonces me digo: calma, calma, estas haciendo cosas, más bien enfócate y concéntrate en lo que ahora tienes y sácalo adelante. Pero vuelve mi otra yo a la carga y dice: puedes dar más, ¿por qué jodidos no lo haces?

En fin. Estos días han sido muy estímulantes. He visto películas que me han hecho recordar hombres inteligentísimos y "locos" de mi pasado, (Donnie Darko), trabajos gráficos que me han conmovido sobre manera (Jason), libros con los que me he enfrentado a un personaje que fui pero que ahora no sé si soy o si me identifico con las partes híbridas de la que es narrador y de repente personaje... (Nada, de Laforet), música que me transporta a tierras que, sé, alguna vez he visto (Beirut, "In the Mausoleum", del álbum: Flying Club Cup). He pensado en la fotografía y en cómo cambió mi perspectiva la primera clase con Rubén y Mauricio. En cómo quería llorar cuando conocí, en sus clases, la obra de Miro Svolik, en cómo hay un sin número de herramientas para expresarse y para decir algo con múltiples lenguajes... he pensado también en toda mi cotidianidad -que negué mucho tiempo- de niña de provincia con cinemas de más de cincuenta años y casas antiguas y abuelos que pasan sus horas en el mostrador de una tienda... y todo eso vuelve a mí y lo miro con otros ojos y digo: ¡eso es de una riqueza extraordinaria! soy yo la que empaña los cristales...

Y entonces hoy quería odiar al mundo porque, más bien, me estaba odiando yo por no ser la que quiero. Por no ser todavía la que quiero. Y entonces me subí al camión para llegar a Avenida Aztecas y me senté hasta atrás y dije: ¡mundo te odio y no quiero hablar con nadie! y me agazapé con mi morral y mis pensamientos.

Y de repente antes de la parada habitual donde me bajo se subió un jaranero. Y dos tipos con cámaras. Y El jaranero empezó a cantar y yo decía. !Te odio! y entonces vio que la gente en el camión no aplaudía y tiró más y más versos. Llegó a dos chavas que empezaron a aplaudir y yo pensé: ¡las odio! y ellas seguían contentas y el jaranero cantando. Y yo pensaba: Por favor, no, no vengas a mí, por favor no por favor no por favor no... y entonces ¡Zas! qué la cámara me apunta y el jaranero se sienta a un lado mío y me dice: ¿Puedo cantarte, niña linda, unos versos? y entonces yo pensé ¡lo odio! y le dije que me bajaba pronto. Y entonces el jaranero dijo: ¿Tan pronto como para quedarte sin unos versos? y entonces yo dije: bueno... y empezó a cantar sobre mi cabello ondulado, sobre mis ojos hermosos, sobre mi risa, mi boca pequeña y mi presencia con garbo... y entonces yo dije: ¡Qué chingón! y el continuó cantando diciendo algo sobre mis lentes y que parecía una niña intelectual sacada de una conferencia... y bueno, todo eso en décimas y rimaba bien bonito ¿no?, y... entonces ya, terminó, yo me bajé dos paradas después de la que tenía previsto y le agradecía los versos y le aplaudí muchísimo...

Y me dijo el nombre del programa pero yo ya no lo recuerdo.

Y llegué bien contenta a leerles a mis niños.

Y...bueno, en realidad no odio al mundo.

Sólo me hacía falta un poco de poesía...



***


Sí, puedo tener unos cuantos kilos de más, sí sí, puedo no ser la chica que yo imaginé sería a los veinticinco años -bueno, todavía veinticuatro- sí, puedo quedarme dormida y no ir a clase de inglés y postergar y postergar cosas que después me tienen como zombie muchos días...

Pero amo, amo que sigan pasándome estas cosas extraordinarias. Las hadas al nacer me dieron una boca pequeñita, un despiste infinito, un corazón que se apretuja y nubla a veces los pensamientos más razonables. Sí: pero también me dieron un sino muy lindo: el del asombro.

[La foto la tomé yo]




5 andantes dijeron:

Débora Hadaza dijo...

Me hicise llorar, no era un jaranero, era un ángel pícaro, juguetón y tierno. Eres muchas cosas, uno nunca es quien quiso ser, porque la vida es más rica que los sueños, y por eso nos sorprende con lo que nunca imaginamos o quisimos y uno tiene que asombrarse y sonreír antes de ir a dar clases y leer cuentos o ver locos.

Sam Mezylv dijo...

Son pocas las personas que pueden contar que les pasan cosas extraordinarias!!!! y tu eres una de esas.

Felicidades y gracias por pasearte por mi espacio.

Saludos desde mi zangoloteado chilito.

Sandra

Pesadilla dijo...

No hay modo mejor de odiar al mundo que éste

Stefano·Elizetxe dijo...

muy bueno el blog!

Sybila dijo...

Deb:Sí, era como un ángel!!!!
Qué bonito, Deb, esto que dices, que la vida es más rica que los sueños. Este tu comentario me ha gustado de maneras insospechadas. Te quiero Deb, gracia por pasarte por aquí =)

SAndra: qué gusto tenerla por acá. Perdonará el exabrubto en su blog, pero no pude evitarlo. Gracias por su huella aquí y saludos a Chile!!!!

Pesadilla: una sonrisa larga. Un gusto que esté por acá.

St. Bann: gustazo que se de una vuelta por el blog. Gracias muchas por el coment.

=) Saludos hasta España!!!!

De la tierra que vuelve

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