01 febrero, 2010


[Terminal Tapo]

Tres treinta de la tarde, lees. Una extraña culpa se apodera de ti porque crees que un hotdog y una malteada de vainilla no es la combinación de los campeones. Decides olvidar eso y pensar en que llegando a casa no habrá cena y será mejor dormir.

Piensas en que todo está cambiando. Que te sientes emocionalmente activa, si valiera el término, y ahora definitivamente sabes que ha sido suficiente Sheldon y TBBT para tí.

No sabes como has sobrevivido esta semana. Quizá lo intuyes. En poco tiempo ya estás inmiscuida en dos actividades que te fascinan. Dices que está bien y que ahora cargas con la responsabilidad de no arruinarlo.

El pasado vuelve a ti como la secuencia de Fibonacci, series repetidas, no iguales, sino proporcionales.

Quieres romper con ese ciclo y arrancar hacia el caos. Y ahora, estás segura, es sólo cuestión de tiempo.


[Sobre el autobús]

Pero no, te dices, no un caos indefinido. En realidad es la dirección hacia un nuevo orden de las cosas, quizá de algunas ideas. Te ries porque las últimas frases suenan como a discurso panfletario. Te dices que no importa, porque es verdad.

Te gusta escribir desde este punto de vista y con este narrador porque puedes separarte bastante de lo escrito, y juegas a su vez con la intimidad.

Podrías decir más pero el autobús arranca.

En tres horas estarás a casa - piensas- y hasta esa hora no sabes que el viaje durará más de cinco y habrá un accidente y te interesará fotografíar los rostros de la gente curiosa en el autobús, antes que ver la carambola...


***


[Kiosko de parque con niebla]



Sabes que siempre regresarás aquí para verte en un espejo. Sabes que no importa que tan lejos llegues, siempre te tendrás a tí sentada sobre esos escalones escondiéndote detrás de las columnas. Sabes que oirás las campanas de la iglesia y que verás a los niños jugando futból. Que pasearás en bici. Que dejarás -secretamente- un libro para que alguien lo encuentre. Que escribrás poemas como una niña de secundaria. Y los quemarás después.





Por alguna razón recuerdas las líneas de Séneca "Morirás lejos"...



[...]


Y después hay un silencio, aunque suena mejor que era una página en blanco.


***


[Imágenes mías]




3 andantes dijeron:

Jonás dijo...

Lindas fotos.

Débora Hadaza dijo...

no sé si es por la música que estoy escuchando ahora, o porque me recuerdo a mi escribiendo en los autobuses y por mi afición de intentar de sacar fotografías a los rostros confundidos y de arrepentirme unos segundos antes, pero tu texto me lleno de nostalgía.

un abrazo

Sybila dijo...

Deb: gracias por tu paso aquí.

El texto es muys nostálgico, cierto. Aunque es probable que la música que oyes también, y las imágenes.

Te mando un abrazo, a la salud de la nostalgia. =)

De la tierra que vuelve

De la tierra que vuelve
Cedros de Líbano
 

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