17 junio, 2009




(Sírvase leer el título del post con tono regio, con la voz de un niño de seis años)

La semana pasada estuve en Monterrey. Siempre he creído que todo viaje cambia algo en ti, aunque las variaciones a veces son, a los ojos de los otros, imperceptibles.

Y esto es porque los demás no pueden ver lo que uno piensa. Lo que uno piensa o siente puede dar forma a otras creaciones, pero, de primera instancia, es incapacidad de comunicación (ya hablaré de eso luego, es algo que tengo pendiente).

Ahora quisiera congelar imágenes, hacer que, a través del recuerdo, las sensaciones vuelvan a sentirse. Es algo muy básico, pero bueno, así es.

La primera certeza que me llevo es que no podría vivir en una ciudad que no tuviera edificios coloniales. Monterrey es una ciudad linda, “moderna”, “nueva”… pero siempre hace falta el polvo, los ladrillos viejos. Algo que te recuerde que alguien más hizo de ese terreno algo habitable.

La cuestión tal vez, pienso, es que hacer algo “habitable” no significa construir edificios solamente ...hacer algo habitable es impregnar el espacio con, no sé cómo llamarlo… ¿Nuestra propia humanidad?

Con las propias risas, nuestros propios modos, nuestros propios referentes. Y crear, crear a partir de algunas huellas. A lo mejor eso es sólo algo que nos hace sentir más firmes, y con ello, “mejor”.

No dudo que haya gente que no necesite eso. Pues, al menos yo sí, y aunque pseudoturista, si me dio en la madre oír que el nuestro guía nos decía en el Paseo Santa Lucía (píshe aquí pa ver la imagen) algo como: “Y a su derecha, el estacionamiento más grande de Monterrey” “Y a su izquierda, el gran edificio del IMSS, donde han nacido la mitad de los regiomontanos” “Y más adelante, el puente tal” “Y eso que parece una víbora y una olas…es una escultura de una víbora y unas olas”

Si sí, hay murales, está la Paloma de Soriano, (pishe aquí) y la construcción del Museo de Historia es fenomenal.

Pero hace falta algo viejo.

II

La vida nocturna empieza tarde, tarde, de madrugada. Eso se lo atribuímos a que oscurece cerca de las nueve. Las niñas lindas necesitan un tiempo considerable para ponerse aún más lindas y los niños lindos, je, pues van a ver a las niñas lindas en el Barrio antiguo, entonces no tiene caso que lleguen temprano.

Fuimos a dos lugares alternativos. Uno de Rock, que no recuerdo como se llamaba. Tocó un grupo chido y el cubetazo de cerveza (con diez) nos salió en la módica cantidad de 125 pesitos.

Por cervezas no nos quejamos, pues.

El calor era insoportable afuera. En el lugar de trabajo había aire acondicionado pero hubo veces en que yo moría por un suéter. Sí, la habilidad de manipular el aire acondicionado, se volvió, con el tiempo, un arte.

Aprendí mucho. Entre otras cosas, que la convivencia aun con la gente que quieres, se vuelve difícil en situaciones límites de estrés. También que las tortillas de harina ahí son la onda, y que uno puede estar a cuarenta grados y, aún así, no perder las ganas de fumar.

También –y bienvenidos los clichés- que se extraña el mar con el calor, y que en los momentos donde más me pudría de la nostalgia me hizo falta caminar de madrugada sobre la arena y oír el mar.

Conocí a gente muy comprometida con lo que hace. Gente que está ahora en proyectos muy grades y que, desde su área de estudio, apoyan el objetivo final, oyendo el punto de vista de los otros.

Me entusiasmó mucho oír anécdotas de construcción de acervos bibliográficos, a pesar de las crisis y a pesar a veces, hasta de estudiantes y profesores (porque mantener vivo el material es utilizarlo, sino se utiliza, el espacio es valioso, y simplemente, un día, dan la orden y desaparece).

Me entusiasmó pensar que “ser realista” no significa “ser apático”, porque las trabas pueden ser un aliciente, cuando de verdad uno tiene deseos de algo….

Me entusiasmó también pensar que tener un plan no significa que sea inamovible. Me entusiasma pensar también que el conocimiento (o la aspiración a algún conocimiento) es muchas veces una labor conjunta, y va más allá de los puntos SNI…

Me entusiasmó sentir que la edad no era, en todo caso, un obstáculo, a pesar de lo mucho que nos falta por aprender, desaprender, y pulir…

III

El último día fui a la exposición 20 años de Pixar en el Marco, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey. Y debo confesar dos cosas: la primera, que no era mi máximo ver como se había gestado la saga de películas animadas por computadora…pero era eso o ver la expo de BMW y dije, pues va… la segunda, tal vez tiene que ver con la primera, (o viceversa) y era que desconocía –y ahora también, pero un poco menos a raíz de esta exposición- el trabajo que hay detrás de una película de animación digital. Y vaya, pues, lo que vi me pareció un trabajo maravilloso.

Por azares del destino, porque así lo quiso dios, o en realidad porque la vida me ha llevado a conocer personas “diferentes de sentir y de pensar” como diría el señor R., he tenido un ligero, ligerísimo acercamiento con los comics. Je, es demasiado ambiguo pero digamos que lo poco que he leído me ha gustado sobre manera y que valoro el trabajo gráfico más de lo que lo hubiera hecho en cualquier momento de mi estancia aquí. Lo que quiero decir es que el trabajo previo a la animación digital (esto es: storyboards, bocetos, pinturas en acrílico, pastel, lápiz azul, pruebas de color, reconocimiento de texturas en papel, esculturas, etc) se asemeja a lo que pude percibir con el trabajo de narración en las novelas gráficas. Según el modelo de los storyboards, por ejemplo, no se requieren “palabras” y la carga comunicativa está basada en las imágenes. Esto, según el anuncito que leí y que, por supuesto no copié y ahora encargo a mi memoria, es porque a través de la imagen se puede comunicar un concepto claro pero no específico. La imagen, entonces, ofrece otra serie de posibilidades para manejar la historia (y las historias, pensaba mientras veía la serie de trabajos, están allí y siempre buscan, como el aire bajo el agua, la manera de salir)

Sobra decir que la exposición me gustó, bastante. Y que gracias a esa y otras experiencias en los seminarios en Monterrey, valoré mucho más las aplicaciones tecnológicas. Creo que tomé conciencia de que la eficacia de las herramientas depende, finalmente, del ser humano que haya detrás. Los fines también. Las computadoras no son quienes “hacen” la animación, hay un diseñador atrás que está ocupando los materiales de los que dispone. Lo mismo en la cuestión de diseño de portales web.

A punto de salir de la exposición había un aparato llamado zoótropo, que consistía en un gran disco con varios niveles. En cada uno de ellos había personajes de la película Toy Story, en diferentes posiciones y siguiéndose unos de otros. Cuando el disco giraba –a una velocidad considerable- y bajo una luz determinada, generaba un efecto en el que el espectador veía un movimiento de las imágenes. Es decir, animación.

La gente se amontonaba en una cabina que en mi memoria será de cristal, pero en realidad no recuerdo de qué material era. Algo como esto: (pishe aquí )

En algún momento estuve junto a un niño de unos seis años que miraba extasiado la escena. Entonces habló en voz alta y dijo: "¿Eso es magia o qué? ¡Papá eso debe de ser magia!"

Yo sonreí mucho y quería decirle si sí, es magia. Después la madre llegó y le explicó que la secuencia de figuras y la luz hacían que sus ojos pensaran que los muñequitos se movían. El niño no dejó de mirar la “ilusión”.

Recuerdo que, mientras veía algunas secuencias –en pastel- de Buscando a Nemo, pensé que convertir eso que uno hacia con las manos en dibujos en computadora era, de alguna manera, sorprendente.

Pero supongo que al final del día, el reconocimiento de algo de nosotros –o de alguien- en los mundos fantásticos, en esos otros mundos posibles, no puede ser más que sí, un pequeño acto de magia.

6 andantes dijeron:

Débora Hadaza dijo...

me gusta la manera en que ves las cosas, me gusta esa especie de sabibiduría inocente que tienes al mirar y al describir, un abrazo

Lienzo dijo...

La convivencia...dimelo a mi y a los discriminados omelettes revueltos.... jajajajajaja
Te quiero mucho, escuchar tu narracion es para bien o mal sentir que vuelvo a vivir eso :-D

Esto del IIIEPE con Liz y contigo es una aventura que vale mucho la pena.

te quiero!

Sybila dijo...

Deb: Esto me encanta de los blogs: uno puede ver, a través de los ojos de los otros, una impresión que todavía no cuajaba, y que era como una sensación.

Sí Deb, a veces pienso que mi manera de ver es inocente. Y no porque no haya experimentado blá o razonado blá. Es porque de verdad, creer, para mí, es importante. Y todavía creo en muchas cosas.

Fui inmensamente feliz cuando escuché al niño. Quería decirle: Sí, es magia, para que fueramos, por un minuto, cómplices.

Pero su mamá llegó =(
Te mando también un abrazo.

Janik: jajajajaj yo tenía, hasta hace algunos días, principios de gastritis.

Fue una experiencia extrema, no me enojaba tanto desde que mi hermano no me quiso dar la contraseña del internet en Puebla, o cuando Marisol se tomaba mis tesitos de frutas que yo con tanto celo guardaba en un rinconcito del refri...

Pero parte de ser amigas es sobrellevar esas situaciones, y aprendí mucho, eso que ni qué.

Besotes.

Ps. Pero lo de las almohadas y el descanso de vuestras orejas, fue la ONDA.

Diana dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, como siempre.

Anónimo dijo...

Bestialmente inteligente.

Sybila dijo...

Diana: Hey, saludos, gracias por la huella.

Angus: Muchas gracias por tu paso aquí. Saludos y nos estamos leyendo!

De la tierra que vuelve

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