I
Hay algo aquí que me hace robarle más tiempo a las horas de sueño.
Será que no me preocupo por el incipiente ruido de las avenidas,
o que me gusta oir las tonalidades de los ladridos de los perros que están en todas partes,
cuadras lejos de aquí.
Cuando digo a mis amigos que, efectivamente, aquí hay noches de trenes emigrando, noto a veces cierta incredulidad y un ligero guiño para crear (creer) la convención con el narrador. Ahora asumo -porque de alguna forma estos ya no son del todo mis ojos, o al menos, esos ojos- ahora asumo que ustedes, los que en este momento están allà no pueden ver desde la ventana de un camión que entra a la ciudad la casa de las güeras (hermanas que fueron conmigo en el kinder y primaria, una de ellas ya casada) y el negocio de frutas en conserva que hay junto a esas paredes verde aguamarina. O pasar la terminal que sólo tiene dos líneas de autobuses. Los taxis que a casi cualquier punto te cobran treinta pesos. Las numerosas paleterías "La Michoacana" y los puestos -que pinche nostalgia de tacos árabes- de tacos àrabes que reubicaron para que no estuvieran cerca del boulevard.
La gente que en un tiempo me habló pero que ahora finge no verme (o a lo mejor ni fingen, a uno le cuesta a veces trabajo aceptar que no es importante) las cadenas como Banco Azteca o Coppel (horrendos colores, horrendos) en los que algunas de tus antiguas compañeras de secundaria estàn empleadas. El mismo recorrido de comercios para llegar a un cine viejo, viejo, y esperar que pase algún familiar enmedio de la cuadra...
II
Un día, hace algunos meses, desesperada por -ya saben, mi tesis- me puse a buscar de ociosa en google el nombre de mi pueblo (a mi madre le molesta que le diga así, pero hay un cierto aire de cariño con esa palabra) y empecé a leerlo, narrado, distante. Es un nombre grande. En ese momento me sentí, como nunca, lejana. Como si las historias que viviera allì hubieran sido de otra persona -sonará a clisè, usted perdone- como si esos relatos en la casa de la abuela llena de comensales, esa niña sola pero sociable, ese convento franciscano en cuyo claustro leì Cien años de soledad hubiesen existido hace mucho, mucho, en la memoria de otra que, ahora, me lo cuenta.
Puedo decir que en los años que estuve -he estado, estaré- allá, en su ciudad transparente, no me sentí, realmente, extraña. Que si no hubiera mencionado no ser chilanga francamente los detalles -a menos que se dieran cuenta de mi pésima ubicación espacial- serían irrelevantes y eso no sería algo vistozo que notaran. Pero siempre lo mencioné. Y vamos, porque si, era importante. De muchas formas lo era.
III
Hay personas, mi familia es aparte y por definición -para mí- es importante, hay personas, contadas con los dedos de una mano, que ansío ver cuando regreso a este lugar. (Éste, el de los trenes) los años pasan, el parque cambia con el periodo del partido gobernante, se hacen monumentos para justificar gastos y se reubican puestos de tacos àrabes. Sì. Pero hay personas con las que me puedo sentar a hablar en el borde de la banqueta, fumar un cigarro y ver pasar los autobuses y reir y sentir que eso no cambia. En realidad, pues, no es que "no cambie" tal vez cambiamos juntos, por eso podemos compartir...
IV
Yo te quise de tantas maneras
yo te quise de veras tal vez sin saber
que el tiempo es vendaval
que arrastra todo
vaya uno a saber que modo
de quererte estaba bien...
V
La imposibilidad de comunicarnos, mis amigos, es muy grande. Hace muchos años tejì un puente entre esta niña de la casa aun no terminada y esa chica del departamento donde ahora hay vasos para el whisky y se bebe a deshoras y sin para qué.
Los puentes se han roto y ahora tengo unas indecibles ganas de que un día algunos de ustedes vinieran.
Tal vez con otros ojos... no, no es cierto. Con otros ojos no puedo comprobar nada. Los recuerdos se nos van quedando a veces en la garganta; los recuerdos que allá, en la mesa, compartimos, son recuerdos siempre de otros y por el sentimiento fraterno que profesamos tratamos, alguna vez, de asirlos.
Nos serà, no obstante, imposible.
No es una tragedia.
Algún dìa quise decir a varios de ustedes algo de lo que mi abuela o mi madre en mí habìan dejado pero no lo dije con palabras.
Tal vez un día te acaricié de la manera más tierna con la que un día a mí me abrazaron...
VI
A mi abuela ultimamente se le tienen que repetir, como un incipit, las cosas. Pregunta diario sobre lo que le pasó y cuanto lleva con esa enfermedad. Recuerda muchas cosas, pero lo de su enfermedad lo bloquea.
Yo no hablo. Le grabo música, la abrazo. Le canto. Pero no hablo.
VII
Cerca de mi casa -aquí- hay una estación de tren. Cuando era preparatoriana me iba caminando sobre las vias hasta que llegábamos al centro... je, el centro que estaba muy cerca, a unas cuadras, pero sobre las vías era el recorrido más largo y podíamos platicar.
P.S.
A lo mejor por eso tu presencia se ha vuelto tan recurrente asì, en tan pocas semanas. Porque de tì y de mì queda mucho por construir (te, me, nos) y eso vuelve a cada encuentro una serie de posibilidades creativas.
[Eso fue en lo último que pensamos en el primero, supongo]
Pero el puente ahora existe entre la que es y el que eres (allá, en el momento de encontrarnos)
Lo demás, por el momento, no importa.
(o me importa, a la salud de la nostalgia)
http://www.youtube.com/watch?v=CXq8qaZsA6o&feature=related
Hay algo aquí que me hace robarle más tiempo a las horas de sueño.
Será que no me preocupo por el incipiente ruido de las avenidas,
o que me gusta oir las tonalidades de los ladridos de los perros que están en todas partes,
cuadras lejos de aquí.
Cuando digo a mis amigos que, efectivamente, aquí hay noches de trenes emigrando, noto a veces cierta incredulidad y un ligero guiño para crear (creer) la convención con el narrador. Ahora asumo -porque de alguna forma estos ya no son del todo mis ojos, o al menos, esos ojos- ahora asumo que ustedes, los que en este momento están allà no pueden ver desde la ventana de un camión que entra a la ciudad la casa de las güeras (hermanas que fueron conmigo en el kinder y primaria, una de ellas ya casada) y el negocio de frutas en conserva que hay junto a esas paredes verde aguamarina. O pasar la terminal que sólo tiene dos líneas de autobuses. Los taxis que a casi cualquier punto te cobran treinta pesos. Las numerosas paleterías "La Michoacana" y los puestos -que pinche nostalgia de tacos árabes- de tacos àrabes que reubicaron para que no estuvieran cerca del boulevard.
La gente que en un tiempo me habló pero que ahora finge no verme (o a lo mejor ni fingen, a uno le cuesta a veces trabajo aceptar que no es importante) las cadenas como Banco Azteca o Coppel (horrendos colores, horrendos) en los que algunas de tus antiguas compañeras de secundaria estàn empleadas. El mismo recorrido de comercios para llegar a un cine viejo, viejo, y esperar que pase algún familiar enmedio de la cuadra...
II
Un día, hace algunos meses, desesperada por -ya saben, mi tesis- me puse a buscar de ociosa en google el nombre de mi pueblo (a mi madre le molesta que le diga así, pero hay un cierto aire de cariño con esa palabra) y empecé a leerlo, narrado, distante. Es un nombre grande. En ese momento me sentí, como nunca, lejana. Como si las historias que viviera allì hubieran sido de otra persona -sonará a clisè, usted perdone- como si esos relatos en la casa de la abuela llena de comensales, esa niña sola pero sociable, ese convento franciscano en cuyo claustro leì Cien años de soledad hubiesen existido hace mucho, mucho, en la memoria de otra que, ahora, me lo cuenta.
Puedo decir que en los años que estuve -he estado, estaré- allá, en su ciudad transparente, no me sentí, realmente, extraña. Que si no hubiera mencionado no ser chilanga francamente los detalles -a menos que se dieran cuenta de mi pésima ubicación espacial- serían irrelevantes y eso no sería algo vistozo que notaran. Pero siempre lo mencioné. Y vamos, porque si, era importante. De muchas formas lo era.
III
Hay personas, mi familia es aparte y por definición -para mí- es importante, hay personas, contadas con los dedos de una mano, que ansío ver cuando regreso a este lugar. (Éste, el de los trenes) los años pasan, el parque cambia con el periodo del partido gobernante, se hacen monumentos para justificar gastos y se reubican puestos de tacos àrabes. Sì. Pero hay personas con las que me puedo sentar a hablar en el borde de la banqueta, fumar un cigarro y ver pasar los autobuses y reir y sentir que eso no cambia. En realidad, pues, no es que "no cambie" tal vez cambiamos juntos, por eso podemos compartir...
IV
Yo te quise de tantas maneras
yo te quise de veras tal vez sin saber
que el tiempo es vendaval
que arrastra todo
vaya uno a saber que modo
de quererte estaba bien...
V
La imposibilidad de comunicarnos, mis amigos, es muy grande. Hace muchos años tejì un puente entre esta niña de la casa aun no terminada y esa chica del departamento donde ahora hay vasos para el whisky y se bebe a deshoras y sin para qué.
Los puentes se han roto y ahora tengo unas indecibles ganas de que un día algunos de ustedes vinieran.
Tal vez con otros ojos... no, no es cierto. Con otros ojos no puedo comprobar nada. Los recuerdos se nos van quedando a veces en la garganta; los recuerdos que allá, en la mesa, compartimos, son recuerdos siempre de otros y por el sentimiento fraterno que profesamos tratamos, alguna vez, de asirlos.
Nos serà, no obstante, imposible.
No es una tragedia.
Algún dìa quise decir a varios de ustedes algo de lo que mi abuela o mi madre en mí habìan dejado pero no lo dije con palabras.
Tal vez un día te acaricié de la manera más tierna con la que un día a mí me abrazaron...
VI
A mi abuela ultimamente se le tienen que repetir, como un incipit, las cosas. Pregunta diario sobre lo que le pasó y cuanto lleva con esa enfermedad. Recuerda muchas cosas, pero lo de su enfermedad lo bloquea.
Yo no hablo. Le grabo música, la abrazo. Le canto. Pero no hablo.
VII
Cerca de mi casa -aquí- hay una estación de tren. Cuando era preparatoriana me iba caminando sobre las vias hasta que llegábamos al centro... je, el centro que estaba muy cerca, a unas cuadras, pero sobre las vías era el recorrido más largo y podíamos platicar.
P.S.
A lo mejor por eso tu presencia se ha vuelto tan recurrente asì, en tan pocas semanas. Porque de tì y de mì queda mucho por construir (te, me, nos) y eso vuelve a cada encuentro una serie de posibilidades creativas.
[Eso fue en lo último que pensamos en el primero, supongo]
Pero el puente ahora existe entre la que es y el que eres (allá, en el momento de encontrarnos)
Lo demás, por el momento, no importa.
(o me importa, a la salud de la nostalgia)
http://www.youtube.com/watch?v=CXq8qaZsA6o&feature=related
9 andantes dijeron:
ahhhh, buenos momentos tiene su post, nostálgicos, ciertos.
bessooo
graande
nostalgicamente simpatico :D
abrazo
amiga un abrazo, la gente que uno quiere se ve al fondo del corazón, te quiero
Que bonito Samia. . .. es de lo que mas me ha gustado . . . a los veintitantos no se esta tan lejos del inicio y sinembargo como pesan los amigos a esa distancia, o no?
Pero la gente cambia, uno cambia . . . los recuerdos no
Abrazo!
Comento aquí porque el otro tiene bloqueados los comments
Me desgarró.
Un abrazo.
Don: besotes
Deb: abrazo grande, gracias por tu paso aquí.
Oli: =) muchas sonrisas, se te estima por estos lares.
Nacho: Un saludo grande.
Pues es una pregunta que aún no resuelvo, y por qué? quién lo sabrá? sólo que regresen para decirlo, para quitarnos de la duda. Qué te puedo decir?, sólo que me imagino lo que sientes, y pues abrazos
reubicaron los tacos árabes?
A mi lo ke mas nostalgia me da es el trayecto después de salir de la secu (querida ESMAC) hacia el centro, de preferencia de aventón con toda la banda encimada en una camioneta de redilas, pasando por la esquina donde un señor vendia aguanieve. Y luego llegar a los videojuegos que están (o estaban) frente al cine muy viejo.
abrazos!!
Eo: Sí, los reubicaron.
Las salidas de la secu eran geniales.
Recuerdo que un día nos vinimos platicando largo rato, hasta el cine. Me contabas de un libro que estabas leyendo (Utopía) y que no recordabas el nombre del autor. Yo te dije "Tomás Moro" pero no porque hubiera leído el libro, sino porque había visto "Cenicienta, everafter" y la protagonista lee ese libro... creo que nunca te lo dije.
Te mando un beso grande, grande.
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