Liz

Hace unos minutos, Liz tomó un avión rumbo a Alemania. Janik y yo le hicimos una libreta y le pegamos algunas fotos. Parece que fue ayer -dicen- cuando entramos al Instituto de Nuevo Leòn y empezamos a trabajar juntas. Parece que fue ayer cuando las tres nos dábamos tremendas desveladas para cumplir con las notas y los abstracts. Parece que fue ayer cuando volamos las tres y reíamos y nos peléabamos por todo. Cuando dije que Carmen no era bella, como si estuviera hablando de un cuadro en la pared. Y tomamos cerveza en un antro rockero en Monterrey, y luego un hotdog con frijoles y papas onduladas. Parece que fue ayer cuando desayunàbamos con Dafne. Cuando yo llevaba mi bocina morada y la conectábamos al Ipod y sonaba Mr. Brighside.

Si: conocí a los Killers en esos viajes.

Las reuniones de equipo se acabaron. También se acabó mi antigua casa. Mi collarín, Crujinola que siempre tenía algún pinche reclamo. Se acabó la pared que decía "Cuando la guerra se va, la poesía vuelve" y se acabaron también las salidas a las doce de la noche a cenar chupas o en el mejor de los casos estacionar el auto (en nuestro imaginario tipo Death proof) en un cafè de chinos.

Se acabaron las efímeras clases de danza árabe. Las planeadas de alemán. Se acabaron las salidas a C. U. Las cervezas en su casa donde yo tiraba un poco de vino en una silla, donde un chico me decía que se quedaba y yo decia nel y donde bailaba con otro que se parecìa a David Gahan.

De regreso de su comida de Titulación-despedida, me puse a llorar como una infante. Janik me decía que no lo hiciera, que me calmara, y yo en algùn momento dije que alguna vez le expresè a alguien que no se paniqueara porque lloraba, que era simplemente asì y que no lloro por clisè o mala ondez: a mí se me daba llorar a veces. Janik dijo que lo sabía. Que siento las cosas de manera muy intensa. Qué me conoce.

No puedo evitar sentir un vacío aquí en el pecho. Estoy contenta porque mi amiga tiene una fuerza y una determinación inquebrantables. Estoy contenta porque va a aprender. Porque hay una razón para ahorrar y encontrarnos las tres en Francia y Alemania.

Pero no puedo evitar llorar.

Es que se va Liz y se lleva una etapa de nuestras vidas, dije.
No veas que se lleva una etapa de nuestras vidas, piensa que iniciamos una nueva. Dijo Janik.


***

[La función debe continuar, de este lado del mundo...]

Esta semana saldré con David Gahan. El miércoles 24 seré Sherezada y contarè una historia a los niños de aztecas. Y responderé sus cartas. Irè toda la semana a inglés. Conjuro al 24 y 25 para que sean días mágicos: que se abra la puerta de los mundos, como en la noche de San Juan.



***

La pequeña Liz con una mochila naranja bajo el brazo. Con su ternura en la mirada. Con una libreta de hojas de colores para que plasme el asombro de sus ojos. Con los pies firmes. Con las palabras que se volvieron cambios.


(Porque la metafìsica sólo transforma al ser humano en la praxis, ¿no?).

La pequeña Liz ante una puerta llena de luz.

Adiós Liz,

Adiós.