La semana pasada, con festejos que empezaron desde el miércoles a medio día y que concluyeron el viernes con una cena en el centro libanés de Puebla, mi hermano, chiquillo guapetón con un corazón noble de príncipe de cuento y una gran paciencia para ayudar a los demás; mi hermano, con una visión de la vida sencilla y con una voluntad envidiable; mi hermano, mi pequeño hermano, se graduó de la carrera de fisioterapia.
Yo llegué a la entrega de papeles con una maleta y bolsa repletas de cosas azarosas para la gran ocasión. Y cargué la maleta como judía errante durante todo el trayecto de ida y vuelta en el auditorio. Y en las fotos la escondía, y fui, cuando me dieron la cámara, la fotógrafa extra oficial. Vi a mi madre que siempre en esas ocasiones se pone tan guapa. Y a mi tía y mi sobrina que cada día también se pone más linda y con la que, a pesar de su adolescencia vuelta incomprensible, me llevo cada vez mejor.
Después de las múltiples sesiones de flashazos, de las risas y de las fotos más enfocadas, fuimos a desayunar. Allí se nos unieron otros tíos y quedamos de ir a comprar algunas cosas y después a comer pasta deliciosa. Y así se hizo no sin antes bromear sobre mis extensiones moradas –que, dicho sea de paso, ahora se pueden quitar!!!- y sobre lo serio que sale el graduado en las fotos. Ya en las compras yo vi un vestido –también morado- y me enamoré y lo compré y fui feliz y yo no entiendo. Y después alguien compró un helado, y alguien tuvo antojo de palomitas.
Mi hermano y yo quedamos de ir a visitar a la tía M. porque había que darle sus pases para el viernes. Y entonces fuimos y no la encontramos pero estaba un tío que nos platicó de filetes de pescados deliciosos y de cómo lloran las tortugas cuando les cortan la cabeza o el caparazón. Y entonces yo me sentí triste pero mi tío me dijo que era la ley del más fuerte y qué porque no me sentía triste cuando me comía un bistec si también matan a los toros. Y entonces yo asentí y dije que podría ser vegetariana pero extrañaría mucho la arrachera.
Y sigo pensando en las tortugas.
Luego llegó la tía M. Y me dio el libro Casi nunca con una dedicatoria muy linda. Y luego llegó mi prima N. Y platicamos muchísimo y comenté que me hacían falta los zapatos para un vestido hermoso que había comprado ese día. Ella me dijo pues háblame y vamos a buscarlos y al otro día así lo hice y recorrimos zapaterías en busca de los más adecuados pero sin tanto tacón. Y después de unas tres horas los encontramos y también fui muy feliz y compramos churritos de amaranto.
Después acompañé a mi prima a su clase de francés y había un chico lindo con el cabello largo pero despistado hasta el infinito y entonces dije quiero un helado y fuimos por un helado y N. Sacó nueve en su curso y el centro de lenguas se veía como casita de confitería con todas esas luces navideñas.
N. Me fue a dejar a la terminal porque no me quedé a dormir en Puebla, y me dirigí con vestido, zapatos y bolso –un bolso que también compramos por ahí- a casa de mi madre y se hizo de noche y entonces llegué a TK la abracé y dormí.
Y al otro día salir de TK fue toda una Odisea y mi prima se fue a hacer un peinado de tres horas y yo me alacié el cabello y me puse las extensiones y el vestido y todo y mi madre no se decidía por que ponerse y terminó con unos aretes hermosos y un vestido negro y mi hermano había dejado su traje en su cuarto en Puebla y mi padre no llegaba y mis abuelos estaban listos y mi tía y mi prima todavía no y era un caos por todos lados y yo dije yo estaría ya histérica y a mi hermano la vida le pasaba leve.
Y entonces de un momento a otro todo se arregló y salíamos todos de TK y por una suerte inaudita no había tanto tráfico en la autopista a pesar de ser vísperas del 12 de diciembre.
Y una tía dijo que no podría ir a la graduación y entonces yo le llamé a la tía M. Para decirle que había un pase disponible y qué porqué no iba mi tío R. Que le había cedido su pase a un polaco amigo de mi prima. Y entonces se pusieron muy contentos y dijeron que sí y que llevarían whisky y yo dije eso está muy bien.
Y llegamos a la misa y después fue la cena y poco a poco los convidados llegaban guapísimos y yo veía mis zapatos y eran hermosos y mi prima me presentó al polaco que tenía cara de niño gerber y reímos y el estaba aprendiendo español y mi prima guapísima y había que subir a mi abuela por el elevador y no por las escaleras y mi hermano preocupado por las mesas y por fin todos nos acomodamos en dos mesas y empezamos a beber como dios manda.
En algún punto de mi rol de fotógrafa extra oficial, di un mal paso y oh por dios, se rompía el tacón de mi amado zapato. Y entonces yo grité a mis primas ¡Emergencia! Y las dos me acompañaron al baño y tratamos de arreglarlo y mi prima pidió unas pinzas a mis tías y en dos minutos la mayoría de mis tías estaban en el baño conmigo tratando de arreglarlo y en tres minutos más una tía dijo “llamé al 911” y ya estaban mis tíos afuera con implementos varios para arreglar el tacón. Y entonces la escena era yo desesperada y sentada sin zapato y mis primas diciendo si se puede y mi tío con una navaja y otras cosas uniendo partes clave del tacón. Y después si lo arreglaron pero caminé y se volvió a zafar y yo grité estúpido tacón y entonces mi tía la del 911 dijo “yo traigo otros zapatos, ahora que me acuerdo” y un tío que ya estaba medio happy dijo “pues voy con ustedes al estacionamiento, faltaba más” y el fue por los zapatos y me los probé, me quedaron y fui otra vez feliz.
Y entonces llamaron de nuevo al 911 porque llegó mi hermano diciendo que la abuela se había caído y va de nuevo una comisión de hombres a salvarla y entonces nos fuimos a las mesas preocupados y salió que no había sido nada grave y que todo, por fin, estaba bien.
Y después… lo de siempre, bailamos toda la noche, bebimos tinto y whisky, alguien ligó por ahí, alguien empezó las bromas otra vez, alguien tomó fotos y fotos y fotos -comprometedoras y no- y todos se abrazaban y contaban anécdotas y protestaban por el servicio de meseros o la comida que no estaba tan bien.
Y como a las cuatro de la mañana sirvieron chilaquiles y un tío empezó a cantar la Guadalupana y en nuestra mesa se sentaron amigos de mi hermano y platiqué con un par y el polaco feliz y mi prima feliz y mi otra prima feliz.
Y a las cinco de la mañana salimos y fuimos a pedir posada con una tía que a esa hora nos recibió y yo dormí como angelito hasta que otro primo empezó a tocar la guitarra eléctrica como a eso de las once de la mañana y dije, bueno, ta bien pues y bajamos todos a desayunar y yo lavé los trastes y jugué con sombra –una perrita de mis tíos- y nos dirigimos en caravana –si, según la RAE caravana también es una comitiva de personas y sus vehículos y no sólo de camellos -hacia nuestro siguiente destino…
***
Si ya llegó hasta aquí, bienaventurado lector, se lo agradezco. Este post es largo porque, en gran parte, es para mí. Para recordarme cuánto amo a mi familia, cuánto estoy agradecida porque sea tan solidaria, con defectos como cada uno de sus integrantes, pero tan solidaria, siempre. Y que estoy indeciblemente orgullosa de mi hermano. Y que lo quiero muchísimo, aunque le diga que tiene cara de sapo pelón.
FIN
3 andantes dijeron:
jajaja un poco graciosa la anecdota! (: ... parece que tambien te gusta el morado!!... pobre de tus tacones!! :S
Y que hermoso que ames tanto a tu familia y puedas compartir toda esa algegria por aqui! (:
besos! (:
No justifiques el porqué de tus letras.
Y la RAE ya no se distingue mucho de una academia de corte y confexión.
Gracias por compartir.
Apple: niña!!! qué gusto que ande por acá. Jejejeje fue divertidísimo, y me conmovió mucho!!!! Mi familia es la neta. Je, y lo mejor es que gustan del tinto y el whisky y el tequila. Yeaaaa
Mis tacones...bueno, los compondré y próximamente hay unos quince años así que...allá vamos!
Un abrazote navideño y feliz!!!!!!
Jonás: Auch... decir eso de la RAE traerá consecuencias catastróficas, como que se le acabe la configuración de acentos a su máquina.. Gracias por compartir, también, tus comentarios.
Saludos!
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